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Como padres siempre nos preocupamos por que la niñez de nuestros hijos sea rica en experiencias que los fortalezcan y los enriquezcan. Algunas pueden ser parte de la vida cotidiana y otras pasar a la memoria como acontecimientos únicos, que marcaron nuestras vidas para siempre. Yo recuerdo mi niñez como un collage de pequeños momentos, instantáneas repletas de felicidad con cosas simples, como acompañar a mi papá los días domingo a lavar el auto cuando con mi hermana menor nos quedábamos en el interior, mientras los cepillos automáticos hacían su trabajo por encima de nuestras cabezas. O cuando con mi hermana realizábamos un show musical desde el balcón de nuestro departamento para una vecinita que vivía en planta baja.