Arantxa Sánchez Vicario llegó a la meca del tenis mundial en 1995, en ese año se coronó como la número uno del mundo en el ranking mundial de la Asociación de Mujeres Tenistas (WTA), ganó cerca de 30 millones de dólares a lo largo de su carrera entre premios y patrocinios… Pero ahora todo eso prácticamente se ha esfumado a sus 47 años.
La extenista número uno del mundo que tenía 30 mdd y que terminó quebrada por su marido
Arantxa Sánchez Vicario está en proceso de divorcio: “Lo doy todo y me peleo por él, le doy mi vida… y él me traiciona, me engaña y me quita todo”.
A partir del 2008 su historia dio un giro dramático al contraer matrimonio con el empresario Josep Santacana. Hasta ese entonces era el padre de Arantxa quien gestionaba el dinero de sus ganancias, pero a partir de su matrimonio, ella prefirió conferirle ese poder a su marido. La familia se gastó 100 mil dólares en investigar el pasado del novio, encontraron que había sido condenado por estafa y que tenía una larga lista de deudas sin pagar.
Entonces, la familia de Arantxa, quien a lo largo de su carrera se había quejado del control económico que ejercía su padre sobre ella, le propuso a Santacana que firmara un poder en el cual renunciaba a la fortuna de ella, a lo cual se opuso. Ahora el dinero de Sánchez Vicario se ha desvanecido con una demanda de divorcio que tiene más de un año gestándose y que deja en medio a un par de hijos de ambos.
“Lo doy todo y me peleo por él, le doy mi vida… y él me traiciona, me engaña y me quita todo. No tenemos relación. No hablamos, solo cuando llama, le paso el teléfono a mis hijos y nada más. Su traición es tan profunda que la cicatriz no se curará nunca. Se ha llevado hasta mis trofeos”, indicó Arantxa a la revista Hola, mientras su exmarido le quitó sus bienes, los puso a su nombre y se fugó con su nueva novia.
Ahora el banco de Luxemburgo le está requiriendo el pago de ocho millones de dólares que podrían terminar con ella en la cárcel: “Mi madre está conmigo aun habiéndole dado mil patadas. Me ha demostrado lo que es el amor incondicional”, indicó la extenista, quien no pudo acudir al funeral de su padre porque su hermano no la dejó entrar.
“Acusé y fui injusta con mi padre. Me hubiese gustado pedirle disculpas, despedirme diciéndole lo mucho que lo quería. Lo que le hice a mi hermano Javier, influenciada por mi entorno, no tiene nombre y es normal que no quisiese saber nada de mí”, sentenció Arantxa, quien apenas hace algunos años retiró una demanda por mal manejo de su fortuna en contra de sus padres. Obviamente se había equivocado.