Mientras Rafael Nadal sonreía a plenitud, con el sol a plomo, firmando camisetas, pelotas gigantes, o cualquier souvenir que estuviera en su rango en la cancha central, con la lógica relajaci´on y tranquilidad que supone la interacción con fanáticos, en las canchas alternas se libraban batallas en los qualifiers, por un sitio en el Abierto Mexicano de Tenis 2019.
Relajación para algunos y tensión para otros en la víspera del inicio del Abierto Mexicano
Mientras varios partidos clasificatorios se llevaban acabo en las canchas secundiarias, las estrellas convivieron con niños y así vivieron el día previo al inicio del AMT 2019 en Acapulco.

Además de eso, para hacer notar el humor que se cernía en la cancha central del AMT 2019, estaba el cantante Luis Fonsi, aficionado al tenis y famoso por Despacito, pero también los personajes (en botarga) de la serie infantil Paw Patrol, en medio de una convivencia con pequeños.
En ese evento estuvieron Victoria Azarenka, Daria Gavrilova, Alexander Zverev y Diego Schwarzman, además de Nadal y Fonsi. Todos sonreían y se divertían, alistándose para los partidos de primera ronda que entre lunes y martes habrán de librarse en el complejo tenístico de Acapulco.
Pero, por otro lado, compañeros de profesión, con un halo de esperanza como única garantía en prenda, se jugaban su boleto para formar parte del cuadro principal del torneo en los partidos clasificatorios, sudando, sufriendo y esforzándose para conseguir cada pelota ganadora que les llevara a ganar el match y alcanzar la meta de meterse de lleno al certamen.
Aunque algunos de los clasificados no tuvieron una tarde libre. Por ejemplo, el argentino Diego Schwarzman y Alexander Zverev entrenaron juntos mientras caía la tarde y se encendía el alumbrado del Estadio Pegaso. Al principio solo practicaban su servicio, sus ángulos, peloteaban. Pero luego, se calentaron y comenzaron a jugar a ritmo de partido, con largos intercambios desde el fondo de la cancha y corriendo a tope para no dar por perdida ninguna pelota, aunque solo era una práctica. El público alrededor les tributó con sonoras ovaciones varias veces cuando subía la temperatura de su peloteo. Pero eso paró, pues solo era una muestra de lo que vendrá a partir del lunes.
Al margen del resultado de los clasificatorios, absolutamente todos los participantes, clasificados o no, acudieron por la noche a una cena en la que debían asistir vestidos de blanco, ya toda una tradición en el Abierto Mexicano, el último recodo de camaradería, convivencia sin una red o una pelota esquinada de por medio antes de comenzar con las batallas que vayan día a día reduciendo el número de participantes hasta quedarnos con las dos y los dos finalistas