Tres números uno en una misma sesión, Djokovic, Nadal y Federer, ascensión del serbio al trono después de una caída sin freno y reparto en los grandes en el circuito femenino, con el bochornoso espectáculo de S erena Williams en Nueva York, conformaron una temporada de sobresaltos, lesiones y atisbos de renovación.
Tenis en 2018: Lucha por el número uno, ascenso de Djokovic y el espectáculo de Serena
Revive los acontecimientos más grandes, históricos y lamentables de este año en el deporte blanco.
Son los ingredientes perfectos para cocinar un año que ha acabado con ese tridente histórico, y veterano, al frente de una lista masculina en la que todavía se mantienen con pujanza, distribuyéndose entre ellos los cuatro Grand Slams.
El caso de Djokovic es significativo. Volvió con Marian Vajda a comienzos de la temporada de tierra batida, y sumó cuatro títulos desde entonces, convirtiéndose en el primer jugador en reunir los nueve Masters 1.000 al ganar en Cincinnati.
Su sprint fue casi imparable, al ganar 33 de los últimos 35 partidos de su calendario, para hacerse con Wimbledon y el Open USA, y acabar como número uno del mundo por quinta vez en su carrera, después de haber sido el 22 del ránking y pensando que su operación en el codo derecho no había funcionado.
Gran parte de ese éxito, se debe al corto calendario que las lesiones programaron a Rafael Nadal.
El español se retiró en el Abierto de Australia, no jugó Indian Wells ni Miami, volvió a verse obligado a bajar los brazos en las semifinales del US Open, por su persistente lesión en la rodilla, y ya no jugó más.
En total, Rafa solo pudo completar siete torneos (disputó 9 en total) de los cuales ganó cinco, y con todo lideró la clasificación durante 36 semanas para acabar número dos.
Su triunfo nº 11 en Roland Garros y Barcelona, y los Masters 1.000 de Roma, Montecarlo y Toronto, fueron suficientes para mantenerse en lo más alto, en puja con 'Nole', que disputó siete torneos más que el español y que ocupó el trono ocho semanas, las mismas que Federer.
Con 37 años, el suizo volvió a responder a los jóvenes que piden su puesto. Ganó su vigésimo grande en Melbourne, y aunque se ausentó de nuevo de la gira de tierra, completó sobre hierba una gran actuación, alzando el título en Stuttgart y logrando la final en Queen's, donde solo Borna Coric logró detenerle e impedir el que hubiera sido su 10º triunfo allí.
Cayó luego en Wimbledon con 13-11 en el quinto set ante Kevin Anderson, contra el que tuvo bola de partido, y en Nueva York sufrió su revés más duro al ceder contra John Millman en octavos. Ganó en Basilea por novena vez, y se quedó a un solo título de alcanzar los 100, algo que intentará en 2019.
Una lesión en la rótula en Shanghái impidió al argentino Juan Martín del Potro completar una de sus mejores temporadas. Había ganado en Indian Wells, jugado la final de Flushing Meadows y se había encaramado al tercer puesto de la lista por primera vez.
En el circuito femenino, cuatro jugadoras se repartieron los cuatro grandes. Caroline Wozniacki, el Abierto de Australia; Simona Halep, Roland Garros; Angelique Kerber, Wimbledon, y Naomi Osaka el Open USA, en cuya final Serena Williams protagonizó uno de los incidentes más bochornosos de la historia de este deporte, cuando se encaró con el juez de silla Carlos Ramos, al que llamó ladrón.
Serena, no solo se quedó sin poder igualar los 24 grandes de Margaret Court, al perder en la final de Wimbledon y Nueva York. También empañó su gran carrera con un nuevo espectáculo, empuñando esta vez un alegato sexista en su defensa.
"Soy una madre, tengo una hija y defiendo lo que es correcto", dijo señalando con su dedo al juez de forma prepotente, a lo que Ramos respondió después en los medios: "No existe arbitraje a la carta".
En esa final, Naomi Osaka, que había ganado antes en Indian Wells y apuntaba ya como nueva estrella, se alzó con el triunfo pero no pudo disfrutar como hubiera querido en la celebración. Con todo inscribió su nombre como la primera raqueta japonesa en ganar un Grand Slam.