La última vez que Francia estuvo en la final de un torneo grande, Zinedine Zidane a los 110 minutos de juego regresó de pronto sobre sus pasos sorprendiendo a todos y encaró a Marco Materazzi. Lo siguiente fue un cabezazo del galo al pecho del italiano.
De Zidane a Deschamps, Francia vuelve a la final de un gran evento tras 10 años
Tras una década de altibajos, Le Bleus disputarán el título de una gran competencia y lo hará sin su histórico 10. Laurent Blanc sembró la semilla en un equipo en el que Didier Deschamps cosecha los frutos.
Zidane fue expulsado y Les bleus se quedaron sin su figura para lo que restó de Alemania 2006 que eran ya solo unos minutos. El 10 era el general de un conjunto que sin su figura se volvía anárquico, Zinedine movía las voluntades de sus compañeros con el balón de por medio y giraba tanto lo futbolístico como lo anímico en torno a él.
Aquella imagen y la tarjeta roja posterior son las más imágenes más recordadas de esa Copa del Mundo. Encima incluso de la falla de Trezeguet en la tanda de penales que finalmente le dio el título a Italia. Todavía hay quien piensa que la definición por penales habría sido otra con Zidane como primer cobrador.
Diez años han pasado y por fin luego de varios años de convulsión, Francia es protagonista -aunque ninguno de sus jugadores tiene el peso específico de su máxima figura futbolística sobre el campo- y ha vuelto a la final de un gran escenario, pero ahora de la mano de Didier Deschamps - y no en la cancha sino en el banquillo-, al que muchos llamaron escudero del 10 francés tanto en su selección campeona del mundo en el 98 tanto como en la Juventus.
Y él ha sido el encargado de revolucionar el juego galo y de hacer que se dejara de extrañar a su excompañero.
Porque si bien Raymond Domenech, el técnico galo en la final del 2006, repitió en el banquillo en la Euro 2008 y en el Mundial 2010, no supo manejar el recambió generacional y la ausencia de su capitán.
En Austria- Suiza quedó en el último sitio de su grupo con solo una unidad producto de un empate ante Rumania (0-0) y sendas derrotas ante Holanda (4-1) e Italia (2-0).
En Sudáfrica, el ridículo fue aún mayor. Volvió a quedar en el fondo de su sector con un empate ante Uruguay (0-0) y caídas con México (2-0) y la selección local (2-1). Pero además lo hizo con escándalo y polvorín incluido.
Si el asunto llegó hasta el parlamento francés. Por supuesto, la selección francesa debió reordenarse a la salida de Domenech.
El recambio
Para ello llamaron a Laurent Blanc que como Zidane y Deschamps fue campeón del mundo en el 98 como jugador y que ya había mostrado su valía como técnico dirigiendo al Girondins de Burdeos.
En la Ligue 1 armó un equipo que fue capaz de ganar la Liga, la Copa y la Supercopa de aquel país en varias ocasiones entre el 2007 y el 2010.
El buen ojo de Blanc sería el encargado de un nuevo recambió cuando no de un rejuvenecimiento lógico del equipo.
Logró clasificar a la Eurocopa del 2012 y dio salida a una generación brillante, pero que aún no terminaba de cocerse, le faltaban los últimos minutos a fuego lento. Y que sobre todo se alejaba principalmente del juego centralizado en una sola figura.
Entre esos futbolistas se encontraban Adil Ramil, Yohan Cabaye, Laurent Koscielny, Olivier Giroud, Karim Benzema y Blaise Matuidi, pero Blanc también mantuvo algunos veteranos de gran momento como Hugo Lloris, Patrice Evra y Franck Ribéry.
En el evento en Polonia y Ucrania por fin Francia no hizo el ridículo. Clasificó a la ronda de cuartos de final con cuatro unidades producto de un empate con Inglaterra (1-1), una victoria sobre Ucrania (2-0) y una derrota ante Suecia (2-0).
Finalmente en la ronda de los cuartos de final se encontró con la España de Vicente del Bosque y fue eliminada por un contundente 4-0, pero los galos le hacían un guiño al futuro con un equipo que en verdad prometía. Blanc había dado el paso más difícil. Un reordenamiento colectivo.
El testigo a manos de Deschamps
Sin embargo, Blanc no quiso seguir y dejó el testigo del conjunto a Didier Deschamps. Éste aprovechó el trabajo de su predecesor y con pocos movimientos e incrustaciones como la de Paul Pogba y Antoine Griezmann cuajó un fútbol equilibrado, sólido y particularmente contundente en Brasil 2014.
Llegó a los cuartos de final. Venció a Honduras (3-0) a Suiza (5-2) empató con Ecuador (0-0), se impuso a Nigeria (2-0) y finalmente cayó con Alemania (1-0).
Aquel era un equipo plagado de gol y de grandes momentos ofensivos colectivos, pero al que aún le faltaba una piza de madurez en los momentos importantes, sin embargo se iban acercando peligrosamente a ser de nueva cuenta un equipo importante colectiva e individualmente.
Dos años más tarde, en casa, por fin Deschamps ha dado en el punto vital. Su grupo ha crecido y ha dado el salto cualitativo y cuantitativo para arribar al siguiente nivel.
Hugo Lloris, Paul Pogba y Antoine Griezmann se han hecho fuertes y líderes con el tiempo, y en su casa jalan a un grupo maduro y dispuesto a la victoria. Sin Zidanes de por medio.
Particularmente, Deschamps ha sabido gestionar la ausencia de Benzema (inmiscuido en un problema de chantaje hacia Mathieu Valbuena) y el retiro de la selección de Ribéry (que tampoco estuvo en Brasil 2014 por lesión) y sus decisiones han fortalecido al equipo.
El triunfo ante Alemania fue absoluto. Hacer fallar con la presión sobre todo el campo a un equipo tan confiable e infalibe como es el germano tiene mucho mérito. Anotarles dos goles sin respuesta también.
Pero antes ganaron a Rumania (2-1), Albania (2-0), República de Irlanda (2-1), Islandia (5-2) y solo empataron con Suiza (0-0).
Didier Deschamps ha cosechado lo que sembró Laurent Blanc. Pero no ha sido sencillo. Ha terminado de madurar a un grupo que se ha hecho fuerte en la competencia y con los minutos rodados.
Hay quien dice que Francia es un equipo localista y que solo se sabe hacer fuerte en su casa y ante su gente, pero su progresión luego de sus tiempos turbulentos indican otra cosa.
Después de todo, el fútbol es eso. Medir, sopesar y llevar a buen recaudo los ciclos, y ahora mismo el ciclo parece ser que habla francés. Y por fin no se apellida Zidane.