El campo de las fuerzas sobrenaturales, ese que impulsa con poder ‘Jedi’ a los Estados Unidos, abre sus puertas para recibir a México en el inicio del Hexagonal Final de la Concacaf. El Mapfre Stadium, la casa del equipo de las ‘Barras y las Estrellas’, es la primera parada en el proceso para llegar a Rusia 2018.
Estados Unidos y México abren el Hexagonal rumbo a Rusia con un ‘Choque de Gigantes’
El Hexagonal inicia con el duelo más picante de la región, Columbus es el campo de batalla entre el 'Team USA' y el Tri.
El Clásico de la Concacaf llega en la primera fecha de la eliminatoria. Estadounidenses y mexicanos se cruzan en un partido de honor, de orgullo y de respeto. El juego imperdible, en el que tres puntos son solo un pretexto para definir quién es el verdadero gigante de la región.
Tras una jornada marcada por la política en las elecciones para Presidente de los Estados Unidos, el triunfo del republicano Donald Trump debe ser la mayor motivación de la selección mexicana en su visita al Mapfre Stadium. Más que nunca, un triunfo azteca, en el sitio donde nunca ha podido ganar o siquiera meter un gol, aliviaría el descontento, la tristeza y la preocupación que invade a millones de mexicanos en su país.
El Hexagonal siempre ha sido el gran dolor de cabeza del Tri. Jugadores y cuerpo técnico azteca suelen sufrir en dicha instancia, por lo que el reto de ganar en Columbus es imprescindible para la selección mexicana. Sacar una victoria por vez primera en el Mapfre Stadium tras cuatro derrotas consecutivas en 15 años de enfrentamientos, daría al Tri la motivación necesaria para encarar el duro Hexagonal que se viene.
Del otro lado, los Estados Unidos también se juegan mucho. Hace tiempo que la figura de Jürgen Klinsmann está en constante cuestionamiento, tanto por resultados como por estilo de juego. En Columbus, las ‘Barras y las Estrellas’ guardan el tesoro de la imbatibilidad ante los aztecas, el sagrado coloso de apenas 24 mil espectadores es el lugar donde el US Team ha hecho su trinchera.
El soccer no es más un deporte secundario para los Estados Unidos. Tras años de agachar la cabeza y ser arrollados por México, el inicio del nuevo milenio convirtió a los norteamericanos en el nuevo gigante de la zona, un adjetivo que quieren mantener en su intacta casa.
Columbus, una de las ciudades con menos latinos – y por ende, mexicanos-, cobijará entre su aire helado y sus bajas temperaturas a los Estados Unidos. Las 24 mil gargantas que caben en el Mapfre Stadium pintarán de azul, blanco y rojo las gradas esperando que en la pequeña pizarra norte del pequeño estadio el marcador vuelva a regalar un 2 a 0.
Klinsmann tiene prácticamente definido a su once para medirse a México. Velocidad por las bandas con De Andre Yedlin, posesión de pelota en el medio campo con Michael Bradley y Christian Pulisic, nueva perla de los Estados Unidos, y definición con Jozy Altidore son las apuestas que el entrenador alemán tendrá en su juego con México.
Mientras que Juan Carlos Osorio tiene ocho sitios asegurados. El gran juego aéreo de Alfredo Talavera le tiene con ventaja para ser el arquero del Tri; en defensa, Néstor Araujo parece haberle ganado la batalla a Diego Reyes en la central, mientras que el eterno Rafael Márquez acompañará a Andrés Guardado en la meda cancha. Adelante, las dudas: Carlos Vela, Jesús Manuel Corona o Raúl Jiménez para acompañar a Giovani dos Santos y Javier Hernández.
Este viernes, la universitaria ciudad de Columbus, casa de Ohio State, celebra el gran clásico de la Concacaf entre Estados Unidos y México. Un Choque de Gigantes pintado por una obligación deportiva y moral de ganar para los dos equipos, con un marco politizado en el que el Tri tiene un deber moral por regalarlo una sonrisa a un país que ama el fútbol, que lo tiene como religión, y que se encuentra preocupado por un escenario que va más allá de una pelota.