Rechazado por clubes de su natal Londres como el Arsenal, el West Ham y el Wimbledon en los inicios de carrera futbolística, Colin Kazim-Richards quizá debía colgar los botines. Pero la suerte tocó a su puerta. Un hincha del Brighton se ganó 250 mil libras en la promoción de una compañía refresquera para comprar un jugador y (desde entonces) a él le dicen el “Coca-Cola Kid”.
Un balón como el mejor pasaporte de viaje: la historia de Kazim-Kazim
Este moreno futbolista turco con raíces caribeñas ha jugado en siete países distintos y aterrizó ya en el gigante Corinthians del Brasil.
Aunque a él no le gusta el apodo. Ni ninguna otra etiqueta: “No tienes que ser un futbolista o una estrella mundial: sólo haz lo que quieres hacer y no seas una estadística. Yo no soy una estadística”, dijo Kazim-Kazim cuando estuvo cerca de eliminar al Chelsea de la Champions jugando para el Fenerbahce de Estambul.
“Kazim-Kazim”, por cierto, es el apodo que solía aparecer en su camiseta de la selección de Turquía cuando decidió representar al país de su madre, una mujer turco-chipriota. Su padre, ciudadano inglés con raíces en Antigua, un islote del Mar Caribe, decidió honrar a su esposa agregándole el “Kazim” en el registro civil de su hijo en los suburbios del este londinense.
Esta frase de Kazim-Richards citada al inicio de su página de Wikipedia describe su singular situación familiar:
“Es raro porque la mitad de mi familia es musulmana, y la otra mitad es cristiana. Pero siempre me sentí turco. Mi abuela no puede hablar inglés. La mitad de mi familia habla turco y así fue que fui a una escuela turca antes de jugar al fútbol…”
Jugó la Eurocopa del 2008, e incluso alcanzó las semifinales, donde los otomanos cayeron ante los alemanes. Sin embargo jamás se consolidó con el Fenerbahce (ni con ningún otro equipo): jugó en Francia, regresó a Turquía con el Galatasaray, cruzó el Mar Egeo rumbo a Grecia para militar en el Olympiacos; regresó a Inglaterra fugazmente con el Blackburn Rovers, luego Turquía otra vez y acabó su travesía europea con el Feyenoord de Rotterdam (jugó también apenas unos meses en el Celtic).
Los múltiples tatuajes que ocupan casi la totalidad de su piel hablan de un futbolista perseguido por los problemas. El racismo, uno de los peores: “Cuando tenía 15 años la gente ponía plátanos en mi ropa. Era el chiste del momento. Yo reclamaba; reclamaba una, dos veces tal vez, pero a la tercera no iba a dejar las cosas así como así”.
Acaso algo harto del fútbol europeo con sus idas y sus vueltas, probó suerte en Brasil con el Curitiba. En entrevista con la revista inglesa FourFourTwo confesó: “Soy de esos que les gusta vivir la vida al máximo, vivir la experiencia completa. Cuando estaba en Fenerbahce el entrenador era Zico y tenía compañeros brasileños como Roberto Carlos y veía lo que hacían en el campo y me decía ‘¡Wow, yo quiero un poquito de eso también!’”.
Así terminó jugando en el Brasileirao: tras un año con Curitiba, ha sido fichado por el club más popular (y más rico) del país, el Corinthians de Sao Paulo. Jugando para el Timão, Kazim-Richards tiene un nuevo apodo: “El Gringo de la Favela”.
Es su club número 12 en siete países distintos. Increíblemente, Kazim también reveló que no tuvo pasaporte sino hasta que cumplió los 18 años. Su pasaporte más bien ha sido otro, uno redondo.
César Martínez ( @CesarKickoff)