The Barkley Marathons, la verdadera carrera más excéntrica, dura y ruda del mundo
Con 160 kilómetros de distancia y 60 horas de límite, el recorrido y sus detalles son legendarios en el mundo del running.
Si empezamos por decir que la inscripción es todo un misterio, que anualmente solo se aceptan 40 corredores aunque hay miles de solicitantes -pese a no existir una convocatoria oficial- y al aceptar a un competidor le escriben algo como, “lamentamos informarle que ha sido admitido para correr la Barkley”. Que su costo es únicamente de 1.60 dólares, una placa de automóvil del estado o país de procedencia y una prenda de vestir (calcetines, camisas blancas o de franela o la que toque en turno), apenas estamos develando la punta del iceberg de The Barkley Marathons (sí, en plural) la carrera más excéntrica, ruda y díficil del mundo. Porque una vez que se ha logrado un lugar en ella, no hay garantía de nada.
Se efectúa en el Frozen Head State Park,Tenessee, un lugar helado y difícil por donde se le vea.
Luego del registro horas antes de la prueba, se debe estar atento; no hay un horario de salida previo, puede ser en un periodo de 12 horas entre la medianoche y el mediodía del sábado elegido por los organizadores, así que los participantes deben permanenecer en vela y a la expectativa.
Un reo famoso y una competencia singular
The Barkleys Marathon nació de un comentario entre amigos. En 1977 el asesino de Martin Luther King, James Earl Ray se escapó de la prisión de Brushy Mountain State y luego de 54 horas lo encontraron a no más de 14 kilómetos. Hambriento y prácticamente desfallecido por el cansancio, nunca encontró una ruta para salir del laberíntico y duro bosque de alrededor.
Lazarus Lake dijo entonces que en ese tiempo él podría recorrer 160 kilómetros y así en 1986 se dio a luz al The Barkley Marathons.
La difícil prueba tiene una aire campirano insustituible y acepta corredores de todo el mundo. En el 2016 hubo participantes de 10 naciones distintas.
No hay publicidad de ninguna gran marca, no hay comodidades (cada corredor debe llevar su equipo, el lugar donde va a descansar cuando pueda e incluso sus provisiones) y a estas alturas tiene ya un aire legendario entre las grandes carreras del planeta por lo difícil y extremo de su ruta, y por las excentricidades exigidas antes y durante la prueba.
Una carrera sin comparación
Una vez que se da el aviso de salida (con un caracol marino), los competidores tienen una hora para estar listos y en la línea; una reja amarilla de parque. No hay disparo de salida, uno de los organizadores enciende un cigarrillo y, entonces, la carrera ha dado inicio.
¿La ruta? Es cierto, no hemos dicho nada sobre ella. Se debe copiar a un mapa personal desde un mapa maestro y cada corredor debe encontrarla por sí mismo con brújula e instinto en mano.
Justo en medio de un bosque agreste y helado que pasa por colinas, declives y cuestas con nombres como ‘Quijada de rata’ o ‘Espectáculo testículo’ . O por debajo de la prisión de Brushy Mountain State en un circuito que nunca es el mismo pero que comunmente mide alrededor de 32 kilómetros (con cambios de altitud de 3.600 metros en cada giro), aunque ni los organizadores tienen completa certeza de ello.
A cada vuelta se debe tocar la reja amarilla de salida (un requisito indispensable), las primeras dos se recorren en el sentido de las manecillas del reloj (una de día y otra de noche), dos más (también de día y noche) en sentido inverso y la última (si es que aún hay más de un participante) según haya escogido el que vaya en punta. Y si alguien se rinde durante el reto, lo anunciarán a todos tocando ‘Taps’ con una corneta.
Libros y récords casi imposibles
Para comprobar que se ha completo una vuelta, durante el recorrido se debe encontrar una serie de libros, indicados en el mapa, que pueden estar ubicados prácticamente en cualquier zona del bosque (bajo una roca, entre unos árboles) y arrancar la página que le corresponde al número de participante. Si no están completas es motivo de descalificación.
Por cierto para completar la carrera, se deben dar cinco vueltas (alrededor de 100 millas) en menos de 60 horas. El ganador y único corredor en terminar en el 2016, Jared Campbell, solo descansó una hora y llegó en un ‘final de fotografía’ en 59 horas, 59 minutos y 32 segundos.
Es tan rudo y difícil el recorrido que a lo largo de los más de 30 años desde que se instituyó en 1986, únicamente 14 corredores (uno de ellos tres veces y otro dos) lo han logrado completar.
Para finalizar los datos una excentricidad más, ¿de dónde viene el ahora ya famoso nombre de la carrera?
Fue llamada así en honor Barry Barkley, un granjero amigo de Lazarus que siempre ayudaba en las carreras que él organizaba.