En un país en el que han muerto –oficialmente– casi 200 mil personas por una enfermedad inédita, la vacuna contra la covid-19 se ha convertido en un objeto de deseo y, ante todo, un reto a la paciencia y al buen comportamiento.
Ricardo Otero | Los deportistas, los primeros en saltarse la fila por la vacuna
Atletas que van o buscan clasificar a Tokyo 2020 son vacunados contra la covid-19 como la primera excepción al plan del gobierno.
Atletas mexicanos que están clasificados o en el proceso rumbo a los Juegos Olímpicos y Paralímpicos Tokyo 2020 fueron vacunados este jueves en el Centro Nacional de Desarrollo de Talentos Deportivos y Alto Rendimiento (CNAR), a la mitad de la segunda fase del plan de vacunación para el país, que solo hace las dosis accesibles a personas de 60 años de edad o más.
Los atletas de alto rendimiento mexicano se convirtieron hoy en el primer grupo que “ se salta la fila”, lo que ni siquiera el presidente o su gabinete pudieron (o quisieron, mejor dicho) hacer.
Esto obedeció a una petición del presidente del Comité Olímpico Mexicano, Carlos Padilla Becerra, al presidente Andrés Manuel López Obrador. La deferencia del mandatario mexicano le dio a los deportistas la vacuna antes que a médicos del sector privado y más de 10 millones de mayores de 60 años, en medio de un discurso del régimen de “no saltarse la fila” por el medicamento.
El problema, por supuesto, no es vacunar a los atletas. Al contrario, eso lo celebro porque son embajadores de México ante el mundo y de esta manera podrán viajar a sus competencias con mayor seguridad. Sin embargo, hay un doble discurso en este tema por parte del gobierno federal, que por obligación está encargado de este proceso.
El presidente, los secretarios de Marina y Defensa y el subsecretario de Prevención y Promoción a la Salud, Hugo López-Gatell, encargado directo del combate a la pandemia, se contagiaron de la enfermedad con el proceso de vacunación en marcha y defendieron con uñas y dientes que no se “saltaron la fila”, pese a que debieron ser los primeros en ella por un principio básico de seguridad nacional.
De hecho, de acuerdo al plan de vacunación original del país, teóricamente no era necesario que los atletas se “saltaran la fila” (todas las comillas en esta frase son a propósito), pues a partir de junio iba a iniciar la administración de dosis a la población adulta en general, es decir, de 39 años o menores, sector en el que están la mayoría de los deportistas que irán a Tokyo 2020.
Pero ese plan ya se atrasó un mes. El 8 de febrero, el presidente dijo que el compromiso era que todos los mayores de 60 recibieran al menos la primera dosis para finales de marzo, pero hace unos días apenas, el lunes 15, dijo que ese compromiso es para finales de abril, sin decir que es un retraso en el plan, aunque sí lo es.
Si los atletas menores de 40 años se esperaban a su turno, debían ser vacunados a partir del 1 de julio, imposible si pensamos que se necesitan tres semanas de espera entre las dos dosis y hay viajes y campamentos que cumplir y que los Juegos Olímpicos inician 22 días después.
No quiero que haya confusiones: reitero que celebro que los primeros atletas, un grupo que incluyó a medallistas mundiales y olímpicos como María Espinoza, Germán Sánchez, Alejandra Orozco y Jahir Ocampo, hayan recibido su primera dosis. Lo que no es correcto es el doble discurso del gobierno y que quienes debieron protegerse primero quieran parecer héroes en lugar de “saltarse la fila” para servir al pueblo.
Y que los médicos privados sigan sin ser vacunados. Eso es totalmente irresponsable y ya ha costado vidas.