Johnny Ogaz recorrió en segundos el lugar para poder encontrar a su esposa Gloria Márquez, su compañera desde hacía 11 años. Ese esfuerzo y las escenas que ocurrían a las afueras del establecimiento quedaron captadas en su teléfono celular, que registró hasta su intento fallido por ingresar a las ambulancias para hallarla. Algunas de estas imágenes pueden resultar sensibles.

Con 22 víctimas letales, el ataque en un Walmart este fin de semana se convirtió en uno de los más violentos de las últimas décadas. Además de tiroteos masivos en lugares públicos, cada semana se registran incidentes con armas de fuego, muchos de violencia familiar, en los que el saldo incluye a múltiples víctimas.

Eduardo tiene 8 años y fue testigo de la barbarie en un Walmart de El Paso junto a su madre. Al ver cómo el atacante disparaba contra la multitud, la madre de Eduardo se bloqueó y quedó petrificada. Él cuenta cómo le gritó y la empujó para que se pusieran a salvo.

Amir Rodríguez tenía 15 años y estaba en la tienda ese día realizando un trámite bancario junto a su tío, quien vio cómo el adolescente recibía un tiro en la cabeza. Sus maestros y compañeros de escuela le realizaron un homenaje.

Un joven de 19 años se encontraba en la habitación de un hotel de Lubbock, Texas, cuando llamo al teléfono de su abuela y le confesó que llevaría acabo un tiroteo. La mujer logró disuadirlo y lo convenció para que buscase atención psiquiátrica.

Por más que se ha investigado el tema, no hay evidencia científica que establezca una asociación. De hecho, países como Corea del Sur o Japón, donde se registran las mayores ventas de videojuegos, tienen índices muy bajos de ataques con armas de fuego.